11 enero 2007

Desde el mismo inicio

Sacerdotes y putas los ha habido desde siempre. Unos, destinados a cubrir el espacio de libertinaje espiritual, las otras, destinadas a proporcionar libertinaje corporal. Y ciertamente han sido necesarios.

Por una parte, la religión ha cumplido la función de crear la moral, ente abstracto donde los haya, que no puede emanar ni justificarse con la ciencia, pilar indiscutible de la razón humana. He aquí la razón única para la existencia de las religiones.

Se puede afirmar que el tiempo de las religiones ya pasó. Cumplido su cometido en favor de la humanidad son completamente prescindibles, por mucho que intenten ahora ocupar parcelas del conocimiento pertenecientes a la ciencia. Ahora solamente sirven como instrumento de represión: El miedo y el premio, la amenaza del azote, la promesa de la caricia, la pastilla que te ayudará a olvidar lo poco relevante de nuestra realidad: solamente somos un peldaño más en la escala evolutiva.

Por otra parte, las putas. Producto "underground" de la necesidad sexual de una humanidad cohibida bajo los tabúes impuestos por una moral erróneamente radicada, significaron el exponente primero del ideal capitalista: había demanda, era necesaria la oferta.

Hoy, con la evolución de la moral, la ciencia y la tecnología, la prostitución se enfrenta a un desafío similar al de la religión.
En primer lugar, la eliminación de ciertos tabúes en la moral colectiva, ha generado una especie de red de sexo gratuito, impensable fuera de la clandestinidad en tiempos pasados. ¿Se imaginan a las prostitutas reclamando el cobro de un canon a las revistas de contactos?
En segundo lugar, los avances en la tecnología permiten, o más bien permitirán, métodos alternativos de desahogo sexual, que por calidad, economía o seguridad, podrían desgastar el negocio de la prostitución tal como lo conocemos.

Nunca lo han tenido tan difícil. Ni los sacerdotes ni las putas. El miedo a desaparecer, a dejar de ser necesarios los lleva a exagerar sus bondades hasta el esperpento: Unos defendiendo el creacionismo, en contra de la realidad, las otras aumentando sus atributos en el quirófano, en contra de la naturalidad.

Algún día desaparecerán, dejando solamente el recuerdo de la simbiosis más antigua que jamás hemos conocido entre profesiones. Viva la evolución.

1 comentario:

Gorka dijo...

¿Y qué mejor que follar para olvidar la insoportable levedad del ser?

Moriremos, así que al menos vive...

Salu2!