15 enero 2008

Fecha límite

No sé a vosotros, pero a mi, la rutina me envejece. Ya son muchos años de cibers, con momentos buenos y malos, en tres lugares diferentes, trabajando para mi familia y trabajando para gente que vale la pena y para gente que no. Desde 2001 hasta 2008 se pueden hacer muchos clics y por fin me he propuesto dar el último en el que ha sido mi lugar de trabajo durante casi ya dos años.

En estos dos años me he cansado de decir día tras día lo mismo, solventar problemas con ordenadores mal configurados (aquí sólo soy el dependiente), trabajar con un horario de mierda, por un sueldo de mierda y con un jefe con el que, por decirlo de una forma suave, discrepo profundamente en cuanto a ideología.

Cada dos semanas me tocaba una curiosa combinación de horarios: Salir de trabajar a las 2 de la madrugada y entrar a las 10. Y suerte que mi casa está cerca.

Podría contar por kilómetros la distancia que he recorrido para solucionar problemas que los clientes podrían haber resuelto con sólo leer el contenido de un cuadro de diálogo en perfecto español y no me faltarían oportunidades al día para remitir a la gente a una entrada que hace tiempo escribí en este blog.

Por eso he decidido terminar esta relación laboral en cuanto acabe el mes de febrero. No por falta de voluntad, sino para forzarme a mi mismo a buscar algo mejor. No porque no sea capaz de aguantar gilipolleces, sino porque simplemente no me apetece. Necesito un respiro, I need to find some peace, dicho en modo Weezer. Me doy a mí mismo 45 días.

Hoy me inspiran más que nunca temas como "I want a day" de The Living End. Pronto me apuntaré al paro, haré uso de mis derechos y mientras tanto buscaré a otro negrero que me esclavice. Mientras sus latigazos no sean tan fuertes, todo va bien.

Echo de menos las partidas entre colegas en mi ciber, echo de menos lo bien que me trató Jose mientras trabajé para él y, de este ciber... supongo que echaré de menos lo bien que me sentía al cruzar la puerta tras terminar mi jornada.

Todo lo que he aprendido en este lugar se reduce seguramente a que por norma general, los inmigrantes son más educados y agradables que los españoles. Me gusta hablar con ellos porque suelen ser más humildes y sobre todo son mucho más agradecidos, aunque siempre hay excepciones.

En fin, espero encontrar pronto un nuevo trabajo. De momento, contaré uno a uno los días que me faltan para dejar este.

Saludos!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No trabajaste "para" mi, si no conmigo! :) y bueno, para todos hay cambios, incluso para mi..

Tío Rubo dijo...

Ah bueno, perdona eh! La verdad es que a tu ciber le tengo cariño. Al configurarlo yo cuando abriste es como si en cierto modo fuera mi criatura, mi monstruo de Frankenstein =)

Anónimo dijo...

Te deseo suerte en esta singladura... A veces, en efecto, hay que forzar los cambios.
Por algún motivo tu texto me recuerda unas frases del principio de Moby Dick, libro tremendamente coñazo que algún día conseguiré leer entero (no soy aficionado a novelas). El texto es:

"Cada vez que la boca se me tuerce en una mueca amarga; cada vez que en mi alma se posa un noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me sorprendo deteniéndome, a pesar de mí mismo, frente a las empresas de pompas fúnebres o sumándome al cortejo de un entierro cualquiera y, sobre todo, cada vez que me siento a tal punto dominado por la hipocondría que debo acudir a un robusto principio moral para no salir deliberadamente a la calle y derribar metódicamente los sombreros de la gente, entonces comprendo que ha llegado la hora de hacerme a la mar lo antes posible."

¡Que buen viento te acompañe, tío Rubo!