23 diciembre 2006

La mejor carta de separación de todos los tiempos

He estado pensando un rato si era conveniente publicar esto, pero ¡qué demonios! Ahora que me he lanzado con lo de las traducciones ¿por qué no? Aviso que el lenguaje no es apto para todos los públicos.

Dice así:


Querida Connie.

Sé que el asesor dijo que no deberíamos tener contacto durante nuestro periodo de separación, pero no podía esperar más.

El día que te fuiste, juré que nunca te volvería a hablar, pero resultaron ser solamente las palabras del niño despechado que había en mi interior. Hasta ahora, me negaba a ser yo quien diese el primera paso. En mis fantasías, eras siempre tú la que volvía arrastrándose hasta mi. Creo que era algo que me pedía mi orgullo. Pero ahora veo que mi orgullo me ha hecho perder muchas cosas. Estoy cansado de fingir que no te echo de menos. Ya no me importa hacer el ridículo. No me importa quién dé el primer paso mientras alguno de los dos lo haga. Tal vez es hora de que nuestros corazones hablen tan alto como nuestro dolor.

Esto es lo que dice mi corazón, Connie: "No hay nadie como tú, Connie. Te busco en los ojos y en los pechos de cada mujer que veo, pero no son tú. Ni de lejos."

Hace dos semanas, conocí a una chica en Flamingos y me llevó a su casa. No lo digo para herirte, pero intenta imaginarte mi grado de desesperación. Ella era joven, unos 19 años; con uno de esos cuerpos perfectos que solamente te pueden dar la juventud y tal vez toda una vida patinando sobre hielo. Quiero decir: un cuerpo simplemente perfecto. Unas tetitas que ni te imaginas y un trasero como los que nadie querría soltar. El sueño de cualquier hombre, ¿verdad?

Nada más sentarme en el sofá, fulminado por la impresión, pensé: mira todas las cosas importantes que hemos hecho en nuestra vida. ¡Es todo tan superficial! ¿Qué significa un cuerpo perfecto? ¿Acaso hace que sea mejor en la cama? Bueno, en este caso, si, pero ya verás a dónde quiero llegar. ¿Es por eso mejor persona? ¿Tiene ella mejor corazón que mi moderadamente atractiva Connie? Lo dudo. Y realmente nunca lo había pensado antes. No sé, tal vez es sólo que estoy madurando.

Luego, después de que se tragase poco menos que medio litro de mi yogur, me puse a pensar: "¿Por qué me siento tan vacío?" No era sólo a causa de su impecable técnica, o de su pícara y desvergonzada hambre, sino que había algo más. Un entristecedor sentimiento de pérdida. ¿Por qué me sentía tan incompleto? Y entonces me di cuenta. No sentía lo mismo porque no estabas allí para verlo. ¿Sabes lo que quiero decir? Nada parece lo mismo sin ti. Jesús, Connie, me estoy volviendo loco sin ti. Y todo cuanto hago me recuerda a ti.

¿Te acuerdas de Carol, aquella madre soltera que conocimos cuando nos fuimos de vacaciones a la casa rural el año pasado? Pues la semana pasada vino a mi casa con una tartera de lasaña. Dijo que estaba segura de que sin una mujer conmigo, no podía comer bien. No sabía a qué se refería hasta un rato más tarde, pero ese no es el caso. Resulta que tomamos unas copas de vino, y lo siguiente, ya te puedes imaginar, nos lo estábamos montando en nuestro antiguo dormitorio. Y esta paisana es una auténtica fiera en el catre. Lo daba todo de si, todo lo que una mujer de verdad hace cuando no le preocupa su peso, o su carrera, o si los niños pueden oírnos. Y casi sin darme cuenta, se fija en ese precioso espejo del viejo tocador de tu madre, lo pone en el suelo y nos ponemos ahí, para vernos mientras lo hacemos. Y es una auténtica pasada, pero también me hace sentir triste, porque no dejo de pensar "¿Por qué Connie nunca puso el espejo en el suelo? Hace como 14 años que tenemos ese viejo tocador y nunca lo hemos usado como juguete sexual."

El sábado, vino tu hermana con mi copia de la orden de separación. Quiero decirte que, ya sé que Vicki es sólo una cría y todo eso, pero ya va sabiendo lo que hace y ha sido para mi una gran amiga durante todo este duro tiempo. Me da muchos buenos consejos sobre ti y sobre las mujeres en general. Está poniendo lo mejor de sí para que volvamos a estar juntos. Lo está de verdad, Connie.

Y en esto que estamos tomando unos chupitos de gelatina mientras nos damos un baño de espuma y hablamos de tiempos mejores. Y me fijo en esta joven que tiene los mismos genes que tú, y todo cuanto puedo hacer es pensar en lo mucho que se parece a ti cuando tenías 18 años. Y eso casi me hace llorar. Y luego resulta que Vicki es toda una experta en el rollo anal, lo cual me lleva a pensar en cuántas veces te presioné para que lo probases y lo mucho que alimentó eso algunas de nuestras discusiones. Pero ¿eres capaz de darte cuenta de que incluso cuando estoy moviéndome dentro del anillito de canela de tu hermana, lo único que hago es pensar en ti? Es cierto, Connie. En tu corazón debes saberlo. ¿Crees que podríamos volver a empezar? ¿Dejar a un lado todas nuestras diferencias y empezar desde cero? Yo creo que si. Si sientes lo mismo, por favor, por favor, por favor de verdad, házmelo saber.

Cambiando de tema, ¿puedes decirme dónde está el puto mando a distancia?

Con cariño, Dan.

He intentado ser lo más fiel posible al texto original.

Un saludo. El Tío Rubo =)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y digo yo... en vez de escribirle la carta... xk no se dedica a buscar el mando a distancia?? xD

un saludo cuñaoo!!

Anónimo dijo...

Querido Dan
Me alegró sustantivamente recibir tu carta y ver como has madurado en este tiempo de separación. Sobre quien dio el primer paso, seguramente transcurrido el tiempo, ni lo recordaremos. Me gusto que te sinceraras de la forma que lo hiciste, y eso me lleva a ser sincera contigo. Por eso, quiero aclararte ciertos puntos, que, seguramente, allanaran el camino de nuestra nueva y profunda relación. Es cierto que muchas veces discutimos, acerca de tus exigencias sobre una penetración anal. Pero quiero que sepas que fue solo porque tu la tienes muy grande. Por lo menos bastante mas grande que Pedro, el almacenero, con quien ha venido cogiéndome por el culo semanalmente los últimos 5 años, y sin embargo, me sigue doliendo como la primera vez. Volviendo sobre el tamaño, te diré que en realidad, tu piba es bastante mas chica que las de Arnoldo y Esteban, tus compañeros de oficina con quienes hemos compartido algunas tardes mientras tu estabas haciendo horas extras. Y de esas experiencias, se que cuando trago leche, de cualquiera de los dos, paso después una semana terrible a nivel estomacal. Pero he seguido practicando para perfeccionarme, tozuda y caprichosamente, y se que en algún momento llegare a ser la mujer que tu necesitas. Es más, con Gastón, el hijo menor del vecino, con 18 años recién cumplidos, cuerpo atlético y fogosa juventud, he logrado garchar varias horas de corrido sin que me queden secuelas dolorosas en el orto ni vomitar luego una sola gota de la inmensa cantidad de leche que solidariamente el me entrega en cada encuentro. Como ves, yo también solo pienso en ti. En todo momento. Y no veo el momento en que tu decidas perdonarme realmente. Porque si alguien debe perdonar eres tu. Perdóname el egoísmo de haberme llevado el control remoto, que es la única satisfacción que obtuve de este podrido matrimonio.
Cariñosamente Connie