Personas-producto
¡Hastío! El síndrome que nos afecta como miembros de una juventud sumida en una precoz decrepitud. Estamos hartos, maldita sea, de que nuestro valor, por poco que sea, se vea menoscabado por el estereotipo de estupidez que cada vez con más fuerza se transmite a través de los medios. ¿Dónde quedaron las cabezas pensantes?
Si alguna vez la juventud fue sinónimo de fuerza, de ansia por cambiar el mundo, eso parece haberse acabado. Triste decadencia. Antes soñábamos con tener un buen empleo, trabajar a gusto y cobrar bien. ¡Pero qué carajo! La mitad de mi generación se conforma con cegarse a pastillas los fines de semana, olvidarse de la realidad y no intentar cambiar nada ¿Dónde está el espíritu de lucha? ¿Dónde la capacidad de cuestionarse su propia realidad? ¿Cuántos politonos han de descargarse antes de darse cuenta de que son una pieza más de una máquina que no controlan? Ahora triunfar salir en un programa del corazón escupiendo estupideces sobre personas que prostituyen su vida privada, para deleite de un público sin vida propia de la cual disfrutar: La triste realidad de las personas-producto.
Si el giro de una rueda se puede medir en revoluciones por minuto (rpm), los avances de la sociedad se podrían medir en Revoluciones (con mayúscula) por generación (Rpg). Cuando el índice de Rpg tiende a cero, la sociedad es tan pasiva y su juventud está tan adormecida que da náuseas. El conformismo lo envuelve todo y los individuos pasan a ser meros espectadores dignos de protagonizar un remake menos filosófico del mito de la caverna.
¿Es normal que sienta vértigo cuando me asomo para ver por encima del hombro de la mayoría? ¿Soy yo demasiado consciente o están ellos demasiado adormecidos? ¿Por qué me inspiran pena cuando ellos carecen casi por completo de empatía, como animales que se dejan llevar por sus instintos más primitivos?
Derramaré una lagrimita por ellos, gritaré de rabia cuando me asimilen en su grupo por estar en su franja de edad, y pasearé mi orgullo entre ellos, cabeza erguida y ojos relajados mientras escucho los 18 minutos de The Decline, de NOFX.
Si alguna vez la juventud fue sinónimo de fuerza, de ansia por cambiar el mundo, eso parece haberse acabado. Triste decadencia. Antes soñábamos con tener un buen empleo, trabajar a gusto y cobrar bien. ¡Pero qué carajo! La mitad de mi generación se conforma con cegarse a pastillas los fines de semana, olvidarse de la realidad y no intentar cambiar nada ¿Dónde está el espíritu de lucha? ¿Dónde la capacidad de cuestionarse su propia realidad? ¿Cuántos politonos han de descargarse antes de darse cuenta de que son una pieza más de una máquina que no controlan? Ahora triunfar salir en un programa del corazón escupiendo estupideces sobre personas que prostituyen su vida privada, para deleite de un público sin vida propia de la cual disfrutar: La triste realidad de las personas-producto.
Si el giro de una rueda se puede medir en revoluciones por minuto (rpm), los avances de la sociedad se podrían medir en Revoluciones (con mayúscula) por generación (Rpg). Cuando el índice de Rpg tiende a cero, la sociedad es tan pasiva y su juventud está tan adormecida que da náuseas. El conformismo lo envuelve todo y los individuos pasan a ser meros espectadores dignos de protagonizar un remake menos filosófico del mito de la caverna.
¿Es normal que sienta vértigo cuando me asomo para ver por encima del hombro de la mayoría? ¿Soy yo demasiado consciente o están ellos demasiado adormecidos? ¿Por qué me inspiran pena cuando ellos carecen casi por completo de empatía, como animales que se dejan llevar por sus instintos más primitivos?
Derramaré una lagrimita por ellos, gritaré de rabia cuando me asimilen en su grupo por estar en su franja de edad, y pasearé mi orgullo entre ellos, cabeza erguida y ojos relajados mientras escucho los 18 minutos de The Decline, de NOFX.
5 comentarios:
Amigo, somos hijos de la sociedad de consumo.
¿Currar? Somos los reyes de la casa y no hemos tenido que currarnos ni siquiera la paga de los domingos.
¿Rebeldía? Ahora te venden la rebeldía por 9.95 para hacer negocio absolutamente con todo.
¿Otro mundo? ¿Qué mundo? No deseamos otro mundo porque nunca nos dijeron que se podía cambiar.
Te comprendo perfectamente, aunque alguien me dijo una vez que:
"Alguien con 20 años sin ganas de cambiar el mundo es un gilipollas. Alguien con 40 años con ganas de cambiarlo también."
Creo que todavía no entiendo del todo bien lo que quiere decir...
Salu2!
Tío Rubo, en cuanto a la sociedad de consumo y la falta de ambiciones estoy completamente contigo. Nos hemos mal acostumbrado a que nos den todo -a mí el primero, nunca me ha faltado de nada-, pero eso no significa -por lo menos en mi caso y me huelo que en el tuyo tampoco- que no queramos cambiar el mundo.
Estamos ciegos si no vemos que hay algo en este sistema que no funciona. Los hombres parecen estar dispuestos a todo por hacerse ellos mismos más ricos -siendo egoístas, por supuesto-, aunque ello desemboque en la destrucción de los valores por los que otras generaciones -chapó con lo de Rpg- lucharon como pretendo hacerlo yo. Y además haciendo desaparecer el lugar en el que vivimos: la Tierra.
Un saludo.
Vivimos en Matrix Tio Rubo, si intentas salirte del redil simplemente seras considerado un fallo del sistema y por lo tanto coregido o eliminado. O usando otra frikada "you will be asimilated.." captas??.
Se vive demasiado bien y al final es lo que quiere todo el mundo, simplemente vivir lo mejor posible con las menos complicaciones posibles, solo cuando el recorte de libertades llega a un punto clamoroso o el "way of life" es insostenible se produce un cambio mas o menos duradero en la sociedad, cambio que inevitablemente conduce a intentar restaurar ese "way of life" en el que todo el mundo quiere vivir bien y sin preocupaciones. Y esta claro que quien peor lo lleva es el que es consciente en cada momento de su situacion y la de los demas "aborregados"..
Interesantes comentarios. Gracias a todos. :)
ni de de follar se les ve ganas...
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