Internet y yo
Debe hacer ya 10 años que utilicé Internet por primera vez. El año 1996 daba sus últimos coletazos y a nuestra profesora de informática de la academia se le ocurrió enseñarnos lo lejos que podíamos llegar a 33.6 kbps. Observábamos cómo introduciendo palabras en el cajetín de Yahoo! encontrábamos páginas con gráficos de 256 colores y animaciones en GIF que tardaban segundos en cargar. Yahoo! era bastante distinto a lo que es hoy en día, al igual que el resto de la, por entonces, joven Web.
Navegábamos con Internet Explorer 3 y Netscape Navigator 3, y nadie sabía lo que era el hotmail. Todo aquel que tenía una conexión a internet tenía su preciada dirección de correo bajo el dominio de su proveedor. Las conexiones costaban más de 10.000 pesetas al mes, a veces incluso unas 20.000 y la tarifa plana era algo lejano que solamente los más veteranos del mundillo sabían que existía en otros países.
Pocos habrán sido presas como yo, del temprano interés por algo tan cotidiano como hoy en día es Internet. En el año 1997 llegábamos a pagar hasta 1.000 pesetas por conectarnos un par de amigos en una tienda de Pontevedra con una roñosa conexión de 33 kbps durante una hora. Nos gustaba Internet y nos gustaba su contenido. Siendo unos niñatos como éramos, y obsesionados con el hipnotizante bamboleo televisivo de magníficas actrices como Carmen Electra en Los vigilantes de la playa, Internet era el método perfecto para aplacar nuestra incipiente efervescencia hormonal. Apenas teníamos más picardía que todas esas adolescentes que se compran las revistas de pop. Nosotros veíamos curvas en una pantalla, ellas veían cuerpos esculpidos en gimnasio en los posters de las páginas centrales.
Lo cierto es que tarde o temprano, todos despertamos hasta cierto punto nuestro lado creativo. Y el mío se despertó y se cayó de la cama. Sufría la terrible maldición de ser un germen de geek sin ordenador personal. Y eso jode. Las revistas de informática que compraba con mi escasa asignación económica no dejaban de maravillarme con las posibilidades de crear mi propia página web, con los primeros editores WYSIWYG de páginas web. Mis ojos hacían chiribitas. Y armado con mi estimadísima caja de 10 disketes de casa de los amigos con ordenador a alguno de los primeros cibers. Y aquello ya era vida. Joder que si era vida. Pagábamos 300 pesetas y teníamos una conexión RDSI de 64kbps a través de la que, en 1999 subí mi primera web. Poco importaba que la mitad de las visitas de mi página fueran mías y la otra mitad de personas que querían que me callase. Poco importaba que la dirección (http://www.geocities.com/hollywood/agency/2014/) fuese imposible de recordar para cualquier persona normal. Los egómetros de 80 kilómetros a la redonda saltaron por los aires hechos añicos.
La cosa no cambió mucho hasta año y medio después, cuando, en 2001, abrimos en Muxía nuestro propio ciber. Mi familia no tenía ni puta idea de informática, ni falta que hacía porque yo por fin tenía lo que había querido durante tantos años: Un PC. Y a falta de uno, 13.
No sé si fue antes o después cuando me convertí en el pringao oficial del pueblo, arreglando los ordenadores a todo dios, muchas veces a cambio de menos que las gracias. De todas formas, daba igual porque todo eso se olvidaba entre partida y partida en el ciber. Impagables horas de risas que muchas veces no terminaban incluso habiendo cerrado el local. Los últimos dos veranos fueron una orgía de partidas al Wolfenstein: Enemy Territory de las que todavía hoy comentamos anécdotas. Todo eso terminó cuando decidimos cerrarlo al terminar octubre de 2004 por falta de clientela, algo habitual en pueblos tan pequeños. Fue divertido mientras duró. Atrás quedaron miles de historias con todo tipo de contenido, muchas caras y un episodio que sacó lo mejor y lo peor del pueblo que por una vez estuvo en el mapa, el Prestige.
No mucho después comencé a trabajar a 20 kilómetros de allí (gracias, Jose), en otro ciber en el que pude aplicar mibuen hacer experiencia y sobre todo, sacarme un dinerito para poder volver a mi ciudad natal, Coruña (sin entrar en discusiones acerca de "A" o "La"). Allí comenzó su andadura en agosto de 2005 este humilde blog, aunque con un enfoque distinto del que tiene ahora. Casi parece que fue ayer...
El caso es que llevo ya casi un año trabajando en un ciber de la ciudad y quién sabe qué será lo próximo. Espero que otro ciber no, que esto ya cansa un poco físicamente, y desgasta muchísimo psíquicamente. Resulta desquiciante ver día tras día gente que no se molesta en aprender lo mínimo. ¿Acaso cuando van a una cafetería piden al camarero que les revuelva el café en la mesa y se lo dé en la boca?
10 años de relación dan para mucho. La mía con Internet ha sido de más amor que de odio, de hecho, conocí a mi novia a través de la red a pesar de no haber esperado nunca que me pasara algo así a mi. He sido curioso, he aportado mi granito de arena, he sido maestro y aprendiz, víctima y verdugo. Hoy soy un blogger con algo que contar y mucho por leer. Si algo me gusta de escribir aquí, es que puedo decir algo sin que me interrumpan. Me dejo mucho en el tintero, pero casi la mitad de mi vida no se puede contar en un solo post.
Un saludo.
Navegábamos con Internet Explorer 3 y Netscape Navigator 3, y nadie sabía lo que era el hotmail. Todo aquel que tenía una conexión a internet tenía su preciada dirección de correo bajo el dominio de su proveedor. Las conexiones costaban más de 10.000 pesetas al mes, a veces incluso unas 20.000 y la tarifa plana era algo lejano que solamente los más veteranos del mundillo sabían que existía en otros países.
Pocos habrán sido presas como yo, del temprano interés por algo tan cotidiano como hoy en día es Internet. En el año 1997 llegábamos a pagar hasta 1.000 pesetas por conectarnos un par de amigos en una tienda de Pontevedra con una roñosa conexión de 33 kbps durante una hora. Nos gustaba Internet y nos gustaba su contenido. Siendo unos niñatos como éramos, y obsesionados con el hipnotizante bamboleo televisivo de magníficas actrices como Carmen Electra en Los vigilantes de la playa, Internet era el método perfecto para aplacar nuestra incipiente efervescencia hormonal. Apenas teníamos más picardía que todas esas adolescentes que se compran las revistas de pop. Nosotros veíamos curvas en una pantalla, ellas veían cuerpos esculpidos en gimnasio en los posters de las páginas centrales.
Lo cierto es que tarde o temprano, todos despertamos hasta cierto punto nuestro lado creativo. Y el mío se despertó y se cayó de la cama. Sufría la terrible maldición de ser un germen de geek sin ordenador personal. Y eso jode. Las revistas de informática que compraba con mi escasa asignación económica no dejaban de maravillarme con las posibilidades de crear mi propia página web, con los primeros editores WYSIWYG de páginas web. Mis ojos hacían chiribitas. Y armado con mi estimadísima caja de 10 disketes de casa de los amigos con ordenador a alguno de los primeros cibers. Y aquello ya era vida. Joder que si era vida. Pagábamos 300 pesetas y teníamos una conexión RDSI de 64kbps a través de la que, en 1999 subí mi primera web. Poco importaba que la mitad de las visitas de mi página fueran mías y la otra mitad de personas que querían que me callase. Poco importaba que la dirección (http://www.geocities.com/hollywood/agency/2014/) fuese imposible de recordar para cualquier persona normal. Los egómetros de 80 kilómetros a la redonda saltaron por los aires hechos añicos.
La cosa no cambió mucho hasta año y medio después, cuando, en 2001, abrimos en Muxía nuestro propio ciber. Mi familia no tenía ni puta idea de informática, ni falta que hacía porque yo por fin tenía lo que había querido durante tantos años: Un PC. Y a falta de uno, 13.
No sé si fue antes o después cuando me convertí en el pringao oficial del pueblo, arreglando los ordenadores a todo dios, muchas veces a cambio de menos que las gracias. De todas formas, daba igual porque todo eso se olvidaba entre partida y partida en el ciber. Impagables horas de risas que muchas veces no terminaban incluso habiendo cerrado el local. Los últimos dos veranos fueron una orgía de partidas al Wolfenstein: Enemy Territory de las que todavía hoy comentamos anécdotas. Todo eso terminó cuando decidimos cerrarlo al terminar octubre de 2004 por falta de clientela, algo habitual en pueblos tan pequeños. Fue divertido mientras duró. Atrás quedaron miles de historias con todo tipo de contenido, muchas caras y un episodio que sacó lo mejor y lo peor del pueblo que por una vez estuvo en el mapa, el Prestige.
No mucho después comencé a trabajar a 20 kilómetros de allí (gracias, Jose), en otro ciber en el que pude aplicar mi
El caso es que llevo ya casi un año trabajando en un ciber de la ciudad y quién sabe qué será lo próximo. Espero que otro ciber no, que esto ya cansa un poco físicamente, y desgasta muchísimo psíquicamente. Resulta desquiciante ver día tras día gente que no se molesta en aprender lo mínimo. ¿Acaso cuando van a una cafetería piden al camarero que les revuelva el café en la mesa y se lo dé en la boca?
10 años de relación dan para mucho. La mía con Internet ha sido de más amor que de odio, de hecho, conocí a mi novia a través de la red a pesar de no haber esperado nunca que me pasara algo así a mi. He sido curioso, he aportado mi granito de arena, he sido maestro y aprendiz, víctima y verdugo. Hoy soy un blogger con algo que contar y mucho por leer. Si algo me gusta de escribir aquí, es que puedo decir algo sin que me interrumpan. Me dejo mucho en el tintero, pero casi la mitad de mi vida no se puede contar en un solo post.
Un saludo.
3 comentarios:
Yo pasé las épocas de Napster, de AudioGalaxy, de buscar a un administrador de sistemas que te dejara una cuenta shell para tratear, o un cd de FreeBSD para probar eso que llamaban software libre...
Aaaaaaaaaay! (suspiro)... hemos vivido la época buena de internet, donde la gente usaba cuentas de correo de olé o chateaba en ozú...
Qué tiempos aquellos!
Pff, yo lo del Napster y el Audiogalaxy, y el Morpheus, el WinMX...
Lo de pedirle cosas a los sysadmins no se me ha presentado por delante y lo del Software Libre lo descubrí (en persona) hace casi 4 años cuando me dejaron un CD con el Knoppix 3.1.
La verdad es que antes el mero hecho de usar Internet nos daba como un aire de gente curtida, y éramos DIOX si nos bajábamos música hace 6 años.
Hoy en día Internet ha pasado de ser algo para gente con interés en la informática a ser un campo de cultivo de descerebrados, completamente lleno de anuncios y programas basura para que hasta el hijo más estúpido de algún ex-presidente del gobierno sea capaz de ripear una película sin usar el cerebro.
Antes era más divertido. Y aún menos mal que ya no uso Windows para estas cosas.
Saludos!
El mundo de internet se ha hecho un negocio de masas, y claro, es lo que tiene... como producto, hay que poder venderlo y hacer creer al cliente que sabe algo si puede abrir el explorer y buscar en el msn...
... aunque luego se vaya tan feliz, con un acceso directo copiado en un diskete, diciendo que se lleva "internet a casa para seguir mirando allí"...
... en fin...
Menos mal que gente como tú se curra esos magníficos manuales (sin presión) "for dummies"
Salu2!
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