Un peso menos sobre nuestros hombros
Me entero a través de Barrapunto de que por fin se ha impuesto la cordura y se han rechazado definitivamente las patentes de software a nivel comunitario. Es una noticia muy importante, no solamente para los desarrolladores y usuarios de software libre sino incluso para los pequeños desarrolladores de software privativo. Todos podemos alegrarnos de que por fin esta amenaza que se cernía sobre la competencia como una mancha de chapapote que se acerca a la costa haya sido repelida.
Sin embargo, todavía no podemos estar completamente tranquilos a pesar de este gran paso adelante. ¿Por qué? Pues porque los interesados en aprobar las patentes de software tienen muchísimo dinero y podrían "convencer" con él a los políticos de los distintos países de la Unión y sacar adelante normativas nacionales independientes de la política comunitaria.
Nombres como Microsoft, IBM, Apple, Sun Microsystems, AT&T y otras menos conocidas tienen enormes portafolios llenos de patentes que de ser legitimadas aquí como en los Estados Unidos, servirían para echar de su camino a cualquier amenaza para sus intereses.
Cabe recordar cómo funcionan las patentes de software, para ver lo absurdo de su planteamiento:
En lugar de patentar productos, como las patentes "tradicionales", lo que se patentan son ideas, con lo cual en vez de patentar el "sistema operativo Windows" nos encontramos con que hay patentes que cubren conceptos tan extendidos como el "doble clic". El riesgo es evidente. A nadie se le ocurre que una empresa pueda llegar a patentar algo tan genérico como un "mango" por poner un ejemplo.
¿Os imagináis que fuera posible? MonkeyCorp patenta el mango. Un año más tarde, un modesto herrero de Burgos crea una nueva sartén revolucionaria, pero que lleva un mango, como casi todas las demás. La vende, con éxito, pero descubre que MonkeyCorp le demanda un canon de un 20% del precio final de cada una de las sartenes fabricadas. No, no es justo ni tiene sentido.
Es por esto que las patentes de software solamente son un instrumento para perpetuar monopolios dentro de la industria del software. Las grandes llevan a cabo importantes acuerdos de intercambio de derechos sobre las patentes que poseen, evitando así problemas legales, algo que un pequeño desarrollador jamás se podría permitir, pues las patentes cuestan miles de dólares.
En fin, simplemente es un toque de atención. A partir de ahora deberemos estar atentos para que no nos tomen el pelo nuestros políticos intrafronterizos, no vaya a ser que acabemos siendo los tontos de turno solamente por armonizar los mecanismos legales con esa gran empresa llamada Estados Unidos de Norteamérica.
Un saludo, muchachada. Disfrutad del verano.
Sin embargo, todavía no podemos estar completamente tranquilos a pesar de este gran paso adelante. ¿Por qué? Pues porque los interesados en aprobar las patentes de software tienen muchísimo dinero y podrían "convencer" con él a los políticos de los distintos países de la Unión y sacar adelante normativas nacionales independientes de la política comunitaria.
Nombres como Microsoft, IBM, Apple, Sun Microsystems, AT&T y otras menos conocidas tienen enormes portafolios llenos de patentes que de ser legitimadas aquí como en los Estados Unidos, servirían para echar de su camino a cualquier amenaza para sus intereses.
Cabe recordar cómo funcionan las patentes de software, para ver lo absurdo de su planteamiento:
En lugar de patentar productos, como las patentes "tradicionales", lo que se patentan son ideas, con lo cual en vez de patentar el "sistema operativo Windows" nos encontramos con que hay patentes que cubren conceptos tan extendidos como el "doble clic". El riesgo es evidente. A nadie se le ocurre que una empresa pueda llegar a patentar algo tan genérico como un "mango" por poner un ejemplo.
¿Os imagináis que fuera posible? MonkeyCorp patenta el mango. Un año más tarde, un modesto herrero de Burgos crea una nueva sartén revolucionaria, pero que lleva un mango, como casi todas las demás. La vende, con éxito, pero descubre que MonkeyCorp le demanda un canon de un 20% del precio final de cada una de las sartenes fabricadas. No, no es justo ni tiene sentido.
Es por esto que las patentes de software solamente son un instrumento para perpetuar monopolios dentro de la industria del software. Las grandes llevan a cabo importantes acuerdos de intercambio de derechos sobre las patentes que poseen, evitando así problemas legales, algo que un pequeño desarrollador jamás se podría permitir, pues las patentes cuestan miles de dólares.
En fin, simplemente es un toque de atención. A partir de ahora deberemos estar atentos para que no nos tomen el pelo nuestros políticos intrafronterizos, no vaya a ser que acabemos siendo los tontos de turno solamente por armonizar los mecanismos legales con esa gran empresa llamada Estados Unidos de Norteamérica.
Un saludo, muchachada. Disfrutad del verano.
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